viernes, 23 de enero de 2009

Un modelo para armar y desarmar.- Aportes para un debate.


Por Lic. Alicia Ortielli

“No existen países pequeños. La grandeza de un pueblo no se mide por el número de sus componentes, como no se mide por su estatura la grandeza de un hombre”. Víctor Hugo.

Después de que el comunismo se ha hundido, el capitalismo –cuyo resorte es la competencia- se ha liberado de todo competidor. Su hegemonía y éxito son indiscutibles. Esto es lo que sostenía Michel Albert, a principios de los años 90, en su libro Capitalismo contra Capitalismo. El mismo se constituye en una interesante pieza retórica, dado que nos permite observar el entramado de discursos operantes, a la luz del siglo XXI.
Albert, opone dos modelos de capitalismo:
1. El modelo “neoamericano” basado en el éxito individual, el beneficio a corto plazo y su publicitación;
2. El modelo “renano” –propio de Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, la Europa del norte e incluso con variantes en Japón – que valora el éxito colectivo, el consenso y la preocupación por el largo plazo.
· El primero es más seductor y el segundo más eficiente. Pero son dos lógicas antagónicas de un mismo capitalismo que han comenzado una “guerra implacable, secreta e incluso hipócrita” de la que depende nuestro futuro.

Tres fuentes confirman que el capitalismo ha ganado:
1) “La primera batalla se desarrolló en Inglaterra con Margaret Thatcher, y en Estados Unidos con el presidente Reagan. Fue una batalla interna contra el intervencionismo estatal que contaminaba el capitalismo. La hija del tendero y el viejo actor llevaron adelante de este modo, juntos, la primera revolución conservadora en materia de política económica, la revolución del Estado mínimo. Su principio más llamativo: menos impuestos para los ricos; si los ricos –comenzando por los capitalistas- pagan menos impuestos, el crecimiento de la economía es más vigoroso, y todo el mundo sacará provecho de ello. (En EE.UU. se redujo del 75 al 33 por ciento mientras en Inglaterra el rédito del capital bajo de 98 (período laborista) a 40 por ciento.)
2) La segunda victoria del capitalismo ha sido tan espectacular como frontal, total y obtenida sin librar batalla. El Muro de Berlín rompía el aislamiento.
3) La tercera victoria, ha sido el triunfo en Irak. Cien horas bastaron para ganarla.

Todo nuestro pasado se divide en dos épocas implacablemente contrastadas:
· Antes del capitalismo y a lo largo de la historia, el mundo entero, todos los países –incluso las civilizaciones más brillantes- eran semejantes a lo que hoy se llama Tercer Mundo. Un mundo donde los hombres eran víctimas de la hambruna y del Poder. (Ejemplo: Francia 1848 = la prehistoria de la economía).
· La sorprendente función histórica del capitalismo ha sido, desde hace cerca de tres siglos, la de iniciar el retroceso de la penuria, la hambruna y la opresión cruel de los sacrificios rituales. Esta revolución se fundamenta sobre el mismo sistema institucional de base tributaria: el capitalismo, o sea la libre fijación de los precios en el mercado y la libre propiedad de los medios de producción, los derechos humanos, la libertad de conciencia; la evolución progresiva hacia la separación de poderes y la democracia.

A partir de aquí se dibujan dos nuevas dimensiones de la geografía económica del mundo.
1) “La nueva geografía energética será menos la de las perforaciones petroleras que la de las energías alternativas y de las herramientas para luchar contra la polución.” Mucho más importante es la “desaparición” del contenido mismo de la noción de Tercer Mundo” desde el fin de la guerra fría. Ya no tiene razón de ser la trilogía Países Capitalistas--Países Comunistas-Tercer Mundo. Hoy tiene lugar una dualidad, por una parte los países desarrollados o en vías de desarrollo, que son todos los países capitalistas; y por otra parte los países subdesarrollados, es decir los países pobres. La expresión “Tercer Mundo” literalmente no tiene ya sentido.
Ciertamente, no basta con establecer el capitalismo en un país para lanzarlo por el camino del desarrollo económico; se requiere también un mínimo de reglas y, por lo tanto, un Estado eficaz y sin corrupción. Es cierto que hay pobres – e incluso, como se verá, cada día más numerosos - en algunos de los países capitalistas más avanzados, en particular en Estados Unidos. Sin embargo, hay que señalar un pequeño detalle: la obesidad es sin duda un problema nacional de salud en Estados Unidos, pero allí son los pobres los que son obesos… (1993:13)

Los Países capitalistas, desarrollados o en rápido desarrollo son concebidos como tales porque RESPETAN: a) Las reglas de la competencia y b) las reglas de la economía de mercado y, c) están dentro de la democracia. (El resto de los países que amasan sus fortunas por fuera de esta vía no forman parte de este Todo).
Dado que su victoria es total, ha perdido su propio espejo y sus parámetros de valor. Ni la democracia, ni el liberalismo, ni el capitalismo tienen la experiencia del monopolio. ¿Cómo dirigir lo que no es contestado?

Lo que precede es sólo un “mapa”: un recorte de la realidad en tiempo y espacio. Después de todo quizás solamente se advierta vacío. Pero ¿acaso el vacío no importa? La utilidad de la vasija no está dada por su forma sino, por el vacío que la contiene y le da esencia. A propósito un proverbio chino dice: “Un pájaro no canta porque tenga una respuesta. Canta porque tiene una canción”.

BIBLIOGRAFÍA
Albert, michel (1993) Capitalismo contra Capitalismo. Buenos Aires: Paidós, colección Estado y Sociedad.

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